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Análisis

Buscando la Unidad Regional

Telmex Empresas 15 - 12 - 2004

Doce países sudamericanos suscribieron en el Cusco la constitución de la Comunidad Sudamericana de Naciones, que se convierte en el bloque regional más importante de América Latina. Esto nos revela una decisión política importante, con mucha proyección.
Este es el primer paso dentro de un largo proceso de integración, que compromete a las naciones y a sus líderes, para sacar el mejor provecho posible y combinar nuestros esfuerzos en contar con nuestra propia zona. Nos obliga a despejar las desconfianzas que hemos tenido y abocarnos con visión de futuro a crear un real clima de un sueño común, por el que transite el progreso, desarrollo y crecimiento de nuestros países. Debemos ahora trazar un plan estratégico, con objetivos precisos, que nos lleve a emular lo que es hoy, por ejemplo, la Comunidad Europea.
La Comunidad Sudamericana tiene 361 millones de habitantes y más de 17 millones de kilómetros cuadrados de extensión, con un Producto Interno Bruto que alcanza a 973 mil millones de dólares. Sudamérica posee además la cuarta parte de especies animales del mundo, el 10 por ciento de la superficie cultivable, el 30 por ciento de bosques, y una de las mayores reservas de agua dulce, petróleo y gas del planeta. Hemos creado lo que podría traducirse en el tercer bloque económico mundial, después de la Unión Europea y del NAFTA. Se ha visto que poseemos un destino común, y que podemos trabajar para defender y potenciar nuestros intereses.
Con voluntad y determinación política podremos llegar a buen término, en un plazo de 15 a 20 años. Supone ir salvando vallas, venciendo resistencias. Una de ellas, el exacerbado nacionalismo, que es el freno de nuestras relaciones en América del Sur. Pese a constituir una región homogénea, no hemos podido forjar una identidad unitaria, política y económica. En el centro, el acuerdo del jueves pasado es una fusión de los dos acuerdos de libre comercio existentes, el MERCOSUR y la Comunidad Andina, con un manto político.
Por el momento, la unión no tendrá una presencia institucional aparte, pero podría permitirle a América del Sur asumir una posición común en los foros internacionales. Pero la política de comercio en América Latina ha desempeñado un papel en forzar ciertos acontecimientos. Por una parte, la formación de un Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte en 1994 llevó a México hacia un nivel más cercano de la esfera de influencia de EE.UU. Mientras tanto, el avance hacia un más amplio Tratado de Libre Comercio de las Américas, también acordado inicialmente hace una década, ha dado tropezones, principalmente debido a la reticencia brasileña de conceder beneficios a EE.UU. en áreas como la intervención del gobierno sin las concesiones correspondientes en la agricultura, un sector en el cual Brasil disfruta de ventajas comparativas.
Para Chile es importante concurrir a todas estas iniciativas. No nos podemos aislar. Debemos contribuir con nuestra experiencia negociando con los grandes bloques. Podremos ofrecer nuestra infraestructura para el flujo comercial entre el Atlántico y el Pacífico. Podemos unir nuestras fuentes energéticas y de recursos naturales. Este esfuerzo será realidad sólo con una condición... creer 100% en que la integración es posible. Es el único requisito. Lo demás depende de dejar rodar cada uno de los procesos que se requiere, para alcanzar el sueño de Bolívar... que estemos unidos y hermanados de verdad. Unidad sudamericana todavía es un sueño distante, se acortará en la medida que trabajamos en procura del objetivo principal: la integración.

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