El futuro de Afganistán
Diciembre - 2004
El Presidente Hamid Karzai, asumió el cargo formalmente luego de un proceso de elecciones, con tres objetivos: estabilizar políticamente el país; construir una base institucional de un Estado- Nación, y como tercero, combatir el galopante tráfico de opio, que ha crecido, y cuyas cifras muestran que el 75% de la superficie está sembrada de amapolas, donde se extrae el opio, principal recurso de generación de una espuria riqueza que se queda en la mano de los llamados señores de la guerra, asociados con bandas de narcotraficantes que han crecido, pese al número de efectivos militares desplegados en esta nación.
En el primer punto, lograr la estabilidad política en un mosaico étnico, cultural, y religioso tan diverso, no es un dato menor. Karzai, debe lidiar con la ausencia total de una cultura democrática, y construir una base política mínima que de garantías a los escasos sectores que esperan que se detenga la guerra iniciada en la década de los años 70 del siglo pasado, con la invasión de las tropas de la entonces Unión Soviética, y luego la pavorosa guerra de los muyahidines, que facilitó la aparición del grupo Talibán, alimentado desde las madrazas Escuelas de Enseñanza del Corán- en Pakistán, que entraron a terminar con el conflicto y concluyeron siendo una parte de él, con sus métodos ultra ortodoxos, y dando amparo, asilo, protección a la red terrorista Al Qaeda, y su líder Osama Bin Laden.
El mosaico étnico es muy rico en su diversidad y juntarlos en un proyecto político común no es una tarea fácil. Ofrecer una nación, tras las cruentas guerras internas, es una urgente prioridad.
En Afganistán dos grupos étnicos conforman el grueso de la población, los pastunes y los tayikos. El primero comprende actualmente en torno al 40% de la población total y el segundo abarcaría al 25-30%. Los pastunes han dominado la escena política del país desde el siglo XVIII y son considerados los fundadores del estado afgano. Se concentran en el este y el sur del país aunque se encuentran numerosos núcleos pastunes en otras regiones del país. Musulmanes sunitas y de origen indoeuropeo, los pastunes se dividen internamente en tres confederaciones compuestas de tribus, subdivididas a su vez en clanes. No forman un grupo homogéneo y son frecuentes las rencillas entre tribus y entre clanes de una misma tribu. Su estructura social se basa en el pashtunwali, el código tribal por el cual es requerimiento absoluto la adhesión a un número de costumbres establecidas.
Ligeramente inferiores en número a los pastunes, los tayikos son mayoritarios en el nordeste y en el oeste del país. Además, un buen número reside en la capital, Kabul. En realidad, los tayikos son persas de Asia Central, con la diferencia de que pertenecen al Islam sunita, salvo una minoría que practica el chiísmo. Población sedentaria procedente de la meseta iraní, los tayikos no tienen una estructura social específica pero el hecho de no estar repartidos entre tribus ha permitido evitar las rivalidades internas en el seno de la etnia, a diferencia de los pastunes.
Los tayikos son comerciantes en bazares y son la clase social con el nivel más alto de educación. Ello les ha permitido dominar los altos cargos del clero, la administración, las universidades y las profesiones liberales. La enorme influencia política de los tayikos les ha conducido frecuentemente a enfrentamientos con el poder pashtun.
La tercera minoría de Afganistán en importancia son los hazaras, que representan alrededor del 15% de la población y que se concentran en las provincias centrales de Afganistán, donde son el 80% de sus habitantes. Esta región se denomina Hazarajat y es un área montañosa, lo que ha facilitado que los hazaras vivieran relativamente aislados y gozaran de una independencia casi absoluta hasta el siglo XIX. Los hazaras hablan un dialecto del persa y son musulmanes chiítas duodécimanos, a excepción de una minoría que practica el sunismo y otra el chiísmo septimano. El origen de los hazaras nos es desconocido. Se les ha querido ver rasgos típicos de los mongoles y se afirma que son descendientes de los soldados de Genhgis Khan. Otras hipótesis señalan un origen turco. La hipótesis más plausible y la más aceptada hoy en día es que los hazaras proceden de la mezcla de grupos mongoles con poblaciones persas y turcas.
Los hazaras fueron los primeros en enfrentarse a la expansión del poder pastun a finales del siglo XIX, lo que les costó ser duramente reprimidos y la pérdida de buena parte de sus tierras. La práctica del Islam chiíta les ha enfrentado también a tayikos y a las poblaciones turcas, en muchos casos mediante la manipulación de sensibilidades por parte de los pastunes. La hostilidad de los otros grupos étnicos musulmanes tuvo su cenit en 1891-1893 cuando el rey Abdul Arman promovió una persecución de chiítas que desembocó en grandes matanzas, forzando a muchos hazaras a convertirse al sunismo o marcharse a Irán o al actual Pakistán, donde se han convertido en este último país en uno de los grupos étnicos más influyentes de la ciudad de Quetta, capital del Beluchistán pakistaní.
Otra minoría importante son las etnias turcas con alrededor del 12%. Muchas de ellas están estrechamente emparentadas con las poblaciones de las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central. Dedicados históricamente a actividades agrícolas, la mayoría de estas etnias se concentran en el llamado Turkestán afgano, que comprende la región al sur del Amu Darya, a excepción de Badakhshan, y con el Hindú Kush como frontera sur. Las etnias turcas han sido las pioneras en la aparición de industrias y actividades empresariales en el país, básicamente en el sector del textil gracias al cultivo del algodón. Los uzbecos y los turkmenos, hacen parte de este tejido étnico.
Los nuristanís son una de las minorías más fascinantes del país. La región del Nuristán se encuentra en el este del país, en la frontera con Pakistán. Se trata de un territorio montañoso en su totalidad, con valles frondosos y donde las comunicaciones son extremadamente complicadas. Los pueblos de la región nunca constituyeron una unidad política, lingüística y religiosa e incluso étnicamente es discutible asignarles a una misma etnia. Son de origen indoeuropeo, de tez clara, con cabellos rubios y pelirrojos y con los ojos azules y verdes, y vivieron aislados en las montañas de la región, entonces llamada Kafiristán, hasta finales del siglo XIX. Los nuristanís recibían el nombre de kafires infieles, eran refractarios al Islam y practicaban cultos paganos ligados a la naturaleza. Se trata de una religión preislámica y prehindú, hoy casi desaparecida, basada en una sistema politeísta donde predominan las divinidades masculinas, como Imra, dios creador y que reina sobre las otras divinidades, o Gish, el dios de la guerra.
En el sentido de seguir el segundo objetivo de dar Institucionalidad al país, ahí radicará el futuro de esta estratégica nación. Un Estado centralista, sin que contemple esta realidad étnica que hemos descrito anteriormente no funcionará en el largo plazo.
El tercer objetivo será el combate al narcotráfico. Los señores de la guerra, jefes tribales y terratenientes de Afganistán, aliados a Estados Unidos durante la guerra contra la ocupación soviética, y después contra el régimen del Talibán, parecen haber adquirido hoy un poder superior al gobierno y han extendido tanto la producción de heroína como la plantación de amapola. Organismos de Naciones Unidas estiman que 1,7 millones de personas están involucradas en esta actividad en Afganistán y que el cultivo de amapola alcanza a 28 de las 34 provincias del país. Por eso Karzai, el actual mandatario, debe demostrar, que el poder estará en manos y no en los señores de la droga y las bandas de narcotraficantes.
Cabe recordar que los cultivos de amapola en Afganistán generan tres cuartas partes del suministro mundial de goma de opio, sustancia utilizada para la producción de heroína. Se calcula que el 90% de la heroína consumida en Europa el año pasado provenía del opio afgano y que Afganistán suministra el 75% de opio a nivel mundial. Según un estimado de las Naciones Unidas, este año produjo 3.600 toneladas de opio, la materia prima para elaborar heroína.
Afganistán ha sido por mucho tiempo una importante fuente de opio cuya producción creció durante la década de los 80, tras la invasión de la URSS, cuando las guerrillas anti -soviéticas o mujaidines utilizaron el comercio de para financiar su guerra. En medio de la devastada economía del país el tráfico de opio es una de las industrias más florecientes.
En consecuencia, son muchos los desafíos que tiene por delante Karzai, sobre todo, uno que nos preocupa la trenza: narcotráfico opio-, mafias, corrupción y terrorismo. Si no se combate eficientemente, el grupo Talibán se fortalecerá, y alguno de los señores de la guerra, podrá tener a su alcance dinero, corromper y seguir creciendo en este delito. La frágil democracia, y naciente por cierto, tiene muchas amenazas y requiere un compromiso frontal de los países, en particular de quienes lo invadieron para librar un batalla contra el galopante flagelo. ¿Estarán dispuestos a soltar esta amenazante trenza?.
El Presidente Hamid Karzai, asumió el cargo formalmente luego de un proceso de elecciones, con tres objetivos: estabilizar políticamente el país; construir una base institucional de un Estado- Nación, y como tercero, combatir el galopante tráfico de opio, que ha crecido, y cuyas cifras muestran que el 75% de la superficie está sembrada de amapolas, donde se extrae el opio, principal recurso de generación de una espuria riqueza que se queda en la mano de los llamados señores de la guerra, asociados con bandas de narcotraficantes que han crecido, pese al número de efectivos militares desplegados en esta nación.
En el primer punto, lograr la estabilidad política en un mosaico étnico, cultural, y religioso tan diverso, no es un dato menor. Karzai, debe lidiar con la ausencia total de una cultura democrática, y construir una base política mínima que de garantías a los escasos sectores que esperan que se detenga la guerra iniciada en la década de los años 70 del siglo pasado, con la invasión de las tropas de la entonces Unión Soviética, y luego la pavorosa guerra de los muyahidines, que facilitó la aparición del grupo Talibán, alimentado desde las madrazas Escuelas de Enseñanza del Corán- en Pakistán, que entraron a terminar con el conflicto y concluyeron siendo una parte de él, con sus métodos ultra ortodoxos, y dando amparo, asilo, protección a la red terrorista Al Qaeda, y su líder Osama Bin Laden.
El mosaico étnico es muy rico en su diversidad y juntarlos en un proyecto político común no es una tarea fácil. Ofrecer una nación, tras las cruentas guerras internas, es una urgente prioridad.
En Afganistán dos grupos étnicos conforman el grueso de la población, los pastunes y los tayikos. El primero comprende actualmente en torno al 40% de la población total y el segundo abarcaría al 25-30%. Los pastunes han dominado la escena política del país desde el siglo XVIII y son considerados los fundadores del estado afgano. Se concentran en el este y el sur del país aunque se encuentran numerosos núcleos pastunes en otras regiones del país. Musulmanes sunitas y de origen indoeuropeo, los pastunes se dividen internamente en tres confederaciones compuestas de tribus, subdivididas a su vez en clanes. No forman un grupo homogéneo y son frecuentes las rencillas entre tribus y entre clanes de una misma tribu. Su estructura social se basa en el pashtunwali, el código tribal por el cual es requerimiento absoluto la adhesión a un número de costumbres establecidas.
Ligeramente inferiores en número a los pastunes, los tayikos son mayoritarios en el nordeste y en el oeste del país. Además, un buen número reside en la capital, Kabul. En realidad, los tayikos son persas de Asia Central, con la diferencia de que pertenecen al Islam sunita, salvo una minoría que practica el chiísmo. Población sedentaria procedente de la meseta iraní, los tayikos no tienen una estructura social específica pero el hecho de no estar repartidos entre tribus ha permitido evitar las rivalidades internas en el seno de la etnia, a diferencia de los pastunes.
Los tayikos son comerciantes en bazares y son la clase social con el nivel más alto de educación. Ello les ha permitido dominar los altos cargos del clero, la administración, las universidades y las profesiones liberales. La enorme influencia política de los tayikos les ha conducido frecuentemente a enfrentamientos con el poder pashtun.
La tercera minoría de Afganistán en importancia son los hazaras, que representan alrededor del 15% de la población y que se concentran en las provincias centrales de Afganistán, donde son el 80% de sus habitantes. Esta región se denomina Hazarajat y es un área montañosa, lo que ha facilitado que los hazaras vivieran relativamente aislados y gozaran de una independencia casi absoluta hasta el siglo XIX. Los hazaras hablan un dialecto del persa y son musulmanes chiítas duodécimanos, a excepción de una minoría que practica el sunismo y otra el chiísmo septimano. El origen de los hazaras nos es desconocido. Se les ha querido ver rasgos típicos de los mongoles y se afirma que son descendientes de los soldados de Genhgis Khan. Otras hipótesis señalan un origen turco. La hipótesis más plausible y la más aceptada hoy en día es que los hazaras proceden de la mezcla de grupos mongoles con poblaciones persas y turcas.
Los hazaras fueron los primeros en enfrentarse a la expansión del poder pastun a finales del siglo XIX, lo que les costó ser duramente reprimidos y la pérdida de buena parte de sus tierras. La práctica del Islam chiíta les ha enfrentado también a tayikos y a las poblaciones turcas, en muchos casos mediante la manipulación de sensibilidades por parte de los pastunes. La hostilidad de los otros grupos étnicos musulmanes tuvo su cenit en 1891-1893 cuando el rey Abdul Arman promovió una persecución de chiítas que desembocó en grandes matanzas, forzando a muchos hazaras a convertirse al sunismo o marcharse a Irán o al actual Pakistán, donde se han convertido en este último país en uno de los grupos étnicos más influyentes de la ciudad de Quetta, capital del Beluchistán pakistaní.
Otra minoría importante son las etnias turcas con alrededor del 12%. Muchas de ellas están estrechamente emparentadas con las poblaciones de las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central. Dedicados históricamente a actividades agrícolas, la mayoría de estas etnias se concentran en el llamado Turkestán afgano, que comprende la región al sur del Amu Darya, a excepción de Badakhshan, y con el Hindú Kush como frontera sur. Las etnias turcas han sido las pioneras en la aparición de industrias y actividades empresariales en el país, básicamente en el sector del textil gracias al cultivo del algodón. Los uzbecos y los turkmenos, hacen parte de este tejido étnico.
Los nuristanís son una de las minorías más fascinantes del país. La región del Nuristán se encuentra en el este del país, en la frontera con Pakistán. Se trata de un territorio montañoso en su totalidad, con valles frondosos y donde las comunicaciones son extremadamente complicadas. Los pueblos de la región nunca constituyeron una unidad política, lingüística y religiosa e incluso étnicamente es discutible asignarles a una misma etnia. Son de origen indoeuropeo, de tez clara, con cabellos rubios y pelirrojos y con los ojos azules y verdes, y vivieron aislados en las montañas de la región, entonces llamada Kafiristán, hasta finales del siglo XIX. Los nuristanís recibían el nombre de kafires infieles, eran refractarios al Islam y practicaban cultos paganos ligados a la naturaleza. Se trata de una religión preislámica y prehindú, hoy casi desaparecida, basada en una sistema politeísta donde predominan las divinidades masculinas, como Imra, dios creador y que reina sobre las otras divinidades, o Gish, el dios de la guerra.
En el sentido de seguir el segundo objetivo de dar Institucionalidad al país, ahí radicará el futuro de esta estratégica nación. Un Estado centralista, sin que contemple esta realidad étnica que hemos descrito anteriormente no funcionará en el largo plazo.
El tercer objetivo será el combate al narcotráfico. Los señores de la guerra, jefes tribales y terratenientes de Afganistán, aliados a Estados Unidos durante la guerra contra la ocupación soviética, y después contra el régimen del Talibán, parecen haber adquirido hoy un poder superior al gobierno y han extendido tanto la producción de heroína como la plantación de amapola. Organismos de Naciones Unidas estiman que 1,7 millones de personas están involucradas en esta actividad en Afganistán y que el cultivo de amapola alcanza a 28 de las 34 provincias del país. Por eso Karzai, el actual mandatario, debe demostrar, que el poder estará en manos y no en los señores de la droga y las bandas de narcotraficantes.
Cabe recordar que los cultivos de amapola en Afganistán generan tres cuartas partes del suministro mundial de goma de opio, sustancia utilizada para la producción de heroína. Se calcula que el 90% de la heroína consumida en Europa el año pasado provenía del opio afgano y que Afganistán suministra el 75% de opio a nivel mundial. Según un estimado de las Naciones Unidas, este año produjo 3.600 toneladas de opio, la materia prima para elaborar heroína.
Afganistán ha sido por mucho tiempo una importante fuente de opio cuya producción creció durante la década de los 80, tras la invasión de la URSS, cuando las guerrillas anti -soviéticas o mujaidines utilizaron el comercio de para financiar su guerra. En medio de la devastada economía del país el tráfico de opio es una de las industrias más florecientes.
En consecuencia, son muchos los desafíos que tiene por delante Karzai, sobre todo, uno que nos preocupa la trenza: narcotráfico opio-, mafias, corrupción y terrorismo. Si no se combate eficientemente, el grupo Talibán se fortalecerá, y alguno de los señores de la guerra, podrá tener a su alcance dinero, corromper y seguir creciendo en este delito. La frágil democracia, y naciente por cierto, tiene muchas amenazas y requiere un compromiso frontal de los países, en particular de quienes lo invadieron para librar un batalla contra el galopante flagelo. ¿Estarán dispuestos a soltar esta amenazante trenza?.
1 comentario
Anónimo -