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Análisis

Lula: en su peor crisis

Escrito en la sección Panorama Internacional del Diario Financiero. El día 20.06.2005
El paisaje político de Brasil ha sufrido un duro golpe, luego de las denuncias del diputado Roberto Jefferson que sindicaban al gobierno del presidente Lula de repartir “salarios extras” de US$ 12.500 mensuales entre los legisladores de la coalición y de otras corrientes con uno solo objetivo: sumar votos para favorecer las iniciativas del Poder Ejecutivo. De esta menara, Lula vive la peor crisis política desde que llegó a la presidencia. Con su denuncia Jefferson le apuntó al corazón de la arquitectura político-estratégica del Partido de los Trabajadores, señalando que el promotor de esta “cultura” de captación -compra- de votos era el renunciado jefe de Gabinete, José Dirceu, ni más ni menos que el principal colaborador del mandatario. Con un calculado golpe de efecto, Jefferson exculpó a Lula, diciendo “que estaba totalmente ajeno a estas prácticas dolosas”. Debajo había una fina estrategia y era obligar al presidente -como en efecto ocurrió- a que se viera obligado de prescindir de Dirceu, sacarlo del gobierno y llevarlo a su condición de diputado federal, para que sea desde ese terreno que se defienda de las acusaciones. En términos prácticos de carambola, quitarle piso a la facción que tiene mayor injerencia en el gobierno. Por eso el destino de las denuncias, junto con convulsionar todo el cuadro político de Brasil, iba dirigido a provocar un cambio de eje interno del gobierno de Lula, derribando al principal operador de las maniobras políticas del denominado Grupo Articulación, que controla el poder. Otro elemento significativo de la situación es que la crisis estalló en momentos en que el PT está en un proceso de recomposición de sus directivas, con grupos, facciones que intentan hacerse con la dirección partidista, en una clara disputa de fuerzas. El escándalo puede agravar estas luchas intestinas y darle fuelle a las tendencias más de izquierdas, que han sido desplazadas a transitar por la veta de los escándalos para cobrar viejas cuentas pendientes. La estrategia utilizada por el presidente brasileño hasta el momento -realizar anuncios positivos en el ámbito educativo o económico, como el incentivo a la compra de maquinarias- no ha dado los resultados esperados. Sólo el cambio político podrá sofocar el incendio provocado por la crisis. Está en juego su prestigio. Lula, ciertamente, tiene una base de apoyo importante -ahora en declinación-, la que está montada sobre su carisma personal, independientemente de los partidos que lo apoyan. Es un soporte que va más allá de lo partidario. Por lo pronto, Lula deberá mantener la distancia que lo separa del Partido de los Trabajadores -su propio partido- a los ojos de la opinión pública y el partido debiera intentar defenderse para retomar la bandera de la ética en la política, su promesa, hoy saltando en añicos por los aires. Una amenaza que puede convertirse en oportunidad.

1 comentario

federico villareal -

¿Tendrá Lula el mismo fin que Pinochet?