Las claves del éxito de Bush
03 - 11 - 2004
Sin la confusión de la anterior elección presidencial el año 2000, sin dejar en ascuas e incertidumbre a los ciudadanos, sin someter a una nueva fuerte tensión la institucionalidad de su nación, el Senador demócrata John Kerry, agotado su análisis sobre lo que ocurría con en el estratégico estado de Ohio, última esperanza que tenía para su postulación, tomó el teléfono y como corresponde a la tradición democrática de los Estados Unidos, llamó al Presidente George W. Bush, para indicarle que aceptaba el veredicto de las urnas: asumía la derrota, ante la imposibilidad matemática de revertir los datos duros de un estado que tomó la senda de la reelección. Kerry honró la premisa básica y regla de oro sobre la que descansa el sistema democrático: quién pierde, reconoce el hecho y llama a su adversario para este efecto.
Así, de este modo se despejó del horizonte, cualquier duda que pudiera instalarse, remembrando lo sucedido la pasada elección, cuando se tuvo que esperar por 36 días, y finalmente la Corte Suprema de Justicia, no permitiera el recuento manual de los votos de la Florida y dar por sentado el resultado ajustadísimo que le abrió la Casa Blanca al actual Mandatario, sobre Al Gore.
Un país tan dividido como los Estados Unidos, no soportaría una tensión política, que podría agravar y profundizar la separación que hoy está presente en la sociedad de la superpotencia. Con ese decorado tan oscuro en la escena política, Kerry zanjó en horas, la contienda electoral una vez estuvo seguro que era el paso correcto y en la dirección indicada. Ohio, fue el último sueño. Allí se desvaneció su posibilidad. De acuerdo, al funcionamiento práctico, el gesto de Kerry supone que las autoridades electorales de este estado, dan por cerrado el proceso de conteo, y traspasan directamente al Colegio Electoral, los 20 electores que dan la amplia mayoría a Bush, expresada en un impresionante número de votos populares y como consecuencia directa, llevarse al interior del Colegio Electoral, la certeza de salir a cumplir el 44 periodo presidencial.
Eso es el democracia tiene valor, trascendencia, decoro y honor. La democracia no solo es un ejercicio aritmético. Tiene valores, y uno de ellos, es el aceptar el ganar o perder. En buenas cuentas, es el elector el que decide entre opciones, y en el caso que nos ocupa, la confianza se fue por la idea / fuerza de cuatro años más para Bush, el grito de combate lanzado durante la Convención Republicana, y que fue el motor de la campaña, que le ha dado una de las más altas votaciones que se recuerde a un gobernante para seguir al frente de los destinos de su nación.
El Partido Republicano, ha sellado una valiosa victoria. Además de obtener un segundo mandato para Bush, conserva la mayoría en el Senado, y la Cámara de Diputados, con lo que se espera que las iniciativas propuestas en el plan de gobierno del Presidente, no encuentren resistencias sino apoyos.
Seis claves explican este resultado a favor de Bush: invocar recurrentemente la Guerra contra el Terrorismo; representar, según su discurso la mejor opción a la seguridad interior, haber colocado dos etiquetas sobre Kerry, que era una veleta política y un liberal; manifestar claramente su carácter; tomar decisiones aunque alguna de ellas fueran equivocadas; y una intervención envenenada del líder de la red Al Qaeda, Osama Bin Laden que se introdujo en la elección, con su irrupción a través de un vídeo, que indudablemente movilizó votos para el actual mandatario.
Estas elecciones están marcadas por la alta participación ciudadana. La mayor participación electoral en unas elecciones presidenciales en EE.UU. se registró en 1960 cuando votó el 63,1% de la población con derecho a sufragio. Hace cuatro años, el índice de participación fue del 51, % y votaron 106 millones de personas.
A diferencia de lo que ocurrió en las elecciones de 2000, en esta ocasión Bush ha salido reforzado gracias al apoyo del voto popular, el número total de ciudadanos que le ha dado su confianza. Con el 98% escrutado, el presidente estadounidense ha logrado el 51% de los votos totales - 58.062.552-, por el 48% de Kerry -54.509.501 votos-.
El principal bastión de los demócratas: era el voto joven. Sin embargo, John Kerry sólo ha conseguido aglutinar el 56% de los votos de las personas entre 18 y 30 años, aunque también ha logrado el 55% de los sufragios de los que acudían por primera vez a las urnas. En estados como Ohio o Florida, muy importantes para la batalla electoral, el electorado que nunca antes había acudido a unas urnas suponía el 13% del total, saltando a la vista a la luz de los resultados que Kerry no ha logró movilizarlos a todos.
La aparición 'estelar' de Bin Laden en los últimos días de campaña ha decantado la balanza, aún más si cabe, del lado republicano. Bush ha basado su campaña en la idea de que EEUU está en guerra contra el terrorismo y de que él es el líder adecuado para derrotar a Bin Laden. Y precisamente el 85% de los que consideraron el terrorismo como factor clave para decidir su voto se decidieron por Bush, un presidente que plantea métodos expeditivos contra el terrorismo frente a un ex candidato que reveló claras contradicciones en su respaldo a la intervención en Irak.
El efecto del voto de castigo. Aunque este es un elemento que demuestra más la derrota de Kerry que la victoria de Bush, los asesores del inquilino de la Casa Blanca han tomado buena nota de que muchos de los que han dado su voto al candidato demócrata no lo han hecho por convicción política, sino como castigo a la política de George W. Bush durante los últimos cuatro años. Su número, sin embargo, no fue suficiente para sacar al republicano del Despacho Oval.
El rol de los estados de la Florida, Pennsylvania y Ohio. La tradición electoral, indica que quién gana en dos de estos tres estado, es Presidente. Y esa regla no ha quebrado, sino que se ha confirmado una vez más. La llave de la Casa Blanca la tuvo finalmente Ohio, después de que Kerry lograra hacerse con los votos electorales de Pennsylvania y Bush con los de Florida. Ahí está el resultado, los 27 electores de Florida y los 20 de Ohio, trazaron la ruta de la reelección.
Resuelta la elección, al Presidente George W. Bush, lo esperan los siguientes desafíos: unir a una nación que ha quedado profundamente dividida; atender el grave déficit fiscal; jugarse a fondo por una salida de la grave guerra de Irak; y crear una confianza a nivel internacional. Aquí están las primeras tareas del presidente Bush, que logró lo que su padre no pudo: la reelección.
Sin la confusión de la anterior elección presidencial el año 2000, sin dejar en ascuas e incertidumbre a los ciudadanos, sin someter a una nueva fuerte tensión la institucionalidad de su nación, el Senador demócrata John Kerry, agotado su análisis sobre lo que ocurría con en el estratégico estado de Ohio, última esperanza que tenía para su postulación, tomó el teléfono y como corresponde a la tradición democrática de los Estados Unidos, llamó al Presidente George W. Bush, para indicarle que aceptaba el veredicto de las urnas: asumía la derrota, ante la imposibilidad matemática de revertir los datos duros de un estado que tomó la senda de la reelección. Kerry honró la premisa básica y regla de oro sobre la que descansa el sistema democrático: quién pierde, reconoce el hecho y llama a su adversario para este efecto.
Así, de este modo se despejó del horizonte, cualquier duda que pudiera instalarse, remembrando lo sucedido la pasada elección, cuando se tuvo que esperar por 36 días, y finalmente la Corte Suprema de Justicia, no permitiera el recuento manual de los votos de la Florida y dar por sentado el resultado ajustadísimo que le abrió la Casa Blanca al actual Mandatario, sobre Al Gore.
Un país tan dividido como los Estados Unidos, no soportaría una tensión política, que podría agravar y profundizar la separación que hoy está presente en la sociedad de la superpotencia. Con ese decorado tan oscuro en la escena política, Kerry zanjó en horas, la contienda electoral una vez estuvo seguro que era el paso correcto y en la dirección indicada. Ohio, fue el último sueño. Allí se desvaneció su posibilidad. De acuerdo, al funcionamiento práctico, el gesto de Kerry supone que las autoridades electorales de este estado, dan por cerrado el proceso de conteo, y traspasan directamente al Colegio Electoral, los 20 electores que dan la amplia mayoría a Bush, expresada en un impresionante número de votos populares y como consecuencia directa, llevarse al interior del Colegio Electoral, la certeza de salir a cumplir el 44 periodo presidencial.
Eso es el democracia tiene valor, trascendencia, decoro y honor. La democracia no solo es un ejercicio aritmético. Tiene valores, y uno de ellos, es el aceptar el ganar o perder. En buenas cuentas, es el elector el que decide entre opciones, y en el caso que nos ocupa, la confianza se fue por la idea / fuerza de cuatro años más para Bush, el grito de combate lanzado durante la Convención Republicana, y que fue el motor de la campaña, que le ha dado una de las más altas votaciones que se recuerde a un gobernante para seguir al frente de los destinos de su nación.
El Partido Republicano, ha sellado una valiosa victoria. Además de obtener un segundo mandato para Bush, conserva la mayoría en el Senado, y la Cámara de Diputados, con lo que se espera que las iniciativas propuestas en el plan de gobierno del Presidente, no encuentren resistencias sino apoyos.
Seis claves explican este resultado a favor de Bush: invocar recurrentemente la Guerra contra el Terrorismo; representar, según su discurso la mejor opción a la seguridad interior, haber colocado dos etiquetas sobre Kerry, que era una veleta política y un liberal; manifestar claramente su carácter; tomar decisiones aunque alguna de ellas fueran equivocadas; y una intervención envenenada del líder de la red Al Qaeda, Osama Bin Laden que se introdujo en la elección, con su irrupción a través de un vídeo, que indudablemente movilizó votos para el actual mandatario.
Estas elecciones están marcadas por la alta participación ciudadana. La mayor participación electoral en unas elecciones presidenciales en EE.UU. se registró en 1960 cuando votó el 63,1% de la población con derecho a sufragio. Hace cuatro años, el índice de participación fue del 51, % y votaron 106 millones de personas.
A diferencia de lo que ocurrió en las elecciones de 2000, en esta ocasión Bush ha salido reforzado gracias al apoyo del voto popular, el número total de ciudadanos que le ha dado su confianza. Con el 98% escrutado, el presidente estadounidense ha logrado el 51% de los votos totales - 58.062.552-, por el 48% de Kerry -54.509.501 votos-.
El principal bastión de los demócratas: era el voto joven. Sin embargo, John Kerry sólo ha conseguido aglutinar el 56% de los votos de las personas entre 18 y 30 años, aunque también ha logrado el 55% de los sufragios de los que acudían por primera vez a las urnas. En estados como Ohio o Florida, muy importantes para la batalla electoral, el electorado que nunca antes había acudido a unas urnas suponía el 13% del total, saltando a la vista a la luz de los resultados que Kerry no ha logró movilizarlos a todos.
La aparición 'estelar' de Bin Laden en los últimos días de campaña ha decantado la balanza, aún más si cabe, del lado republicano. Bush ha basado su campaña en la idea de que EEUU está en guerra contra el terrorismo y de que él es el líder adecuado para derrotar a Bin Laden. Y precisamente el 85% de los que consideraron el terrorismo como factor clave para decidir su voto se decidieron por Bush, un presidente que plantea métodos expeditivos contra el terrorismo frente a un ex candidato que reveló claras contradicciones en su respaldo a la intervención en Irak.
El efecto del voto de castigo. Aunque este es un elemento que demuestra más la derrota de Kerry que la victoria de Bush, los asesores del inquilino de la Casa Blanca han tomado buena nota de que muchos de los que han dado su voto al candidato demócrata no lo han hecho por convicción política, sino como castigo a la política de George W. Bush durante los últimos cuatro años. Su número, sin embargo, no fue suficiente para sacar al republicano del Despacho Oval.
El rol de los estados de la Florida, Pennsylvania y Ohio. La tradición electoral, indica que quién gana en dos de estos tres estado, es Presidente. Y esa regla no ha quebrado, sino que se ha confirmado una vez más. La llave de la Casa Blanca la tuvo finalmente Ohio, después de que Kerry lograra hacerse con los votos electorales de Pennsylvania y Bush con los de Florida. Ahí está el resultado, los 27 electores de Florida y los 20 de Ohio, trazaron la ruta de la reelección.
Resuelta la elección, al Presidente George W. Bush, lo esperan los siguientes desafíos: unir a una nación que ha quedado profundamente dividida; atender el grave déficit fiscal; jugarse a fondo por una salida de la grave guerra de Irak; y crear una confianza a nivel internacional. Aquí están las primeras tareas del presidente Bush, que logró lo que su padre no pudo: la reelección.
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