Colin Powell: ¿Se alejó de Bush?
Diario Financiero 16 - 08 - 2004
Crece la grieta entre Bush y Powell, quien avisó públicamente que no asistirá a la Convención Republicana, donde debe proclamarse la fórmula presidencial, George W. Bush Dick Cheney. El secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell tomó un camino de un solo callejón: no asistir a la ceremonia de su partido, para marcar una clara distancia con su actual jefe, es anticipar que se irá del gobierno y que no estará disponible para un segundo mandato de Bush, en caso de ganar en las elecciones del 2 de noviembre.
Es una decisión política que revela la profundidad de la división que tiene con los principales integrantes del equipo de la actual administración. Powell no se siente cómodo y de diferentes maneras lo ha hecho evidente. Sus molestias pasan por muchas variables: desde el inicio del gobierno, no se ha tenido del núcleo duro de Bush. Su visión del rol de Estados Unidos no es la misma de Cheney. Se siente lejano al secretario de la Defensa, Donald Rumsfeld, cuyo acelerador a fondo le quitó piso durante el debate en las Naciones Unidas sobre la Resolución que debió haberle dado legitimidad a la guerra contra Saddam Hussein, por la supuesta posesión de armas de destrucción masiva. Condolezza Rice tampoco es cercana suya. Ella es una fiel intérprete de lo que quiere el presidente.
Powell, quien participó de manera destacada en la convención de 2000, es conocido por su ideología centrista respecto al resto del equipo de Bush por lo que la no asistencia de Powell restará peso a las posiciones más moderadas. Hace cuatro años, Bush utilizó la imagen y las intervenciones de Powell para atraer las simpatías de la comunidad afro-americana y una parte importante de los votantes indecisos. Pero entiende que su tiempo y su hora han llegado al final, y que será muy poco lo que puede hacer para ganar posiciones, en la eventualidad de un segundo mandato para Bush. O también anticipa que ya no es necesario y que es bueno tomar mejor recaudo, desembarcarse, de una manera particular, haciendo notar su ausencia de la Convención, y anunciar que sus días en el cargo están contados.
Powell, un general retirado que fue jefe de la Junta de Estado Mayor, ha sido uno de los miembros del gobierno con más simpatías entre los republicanos moderados, pero al mismo tiempo el centro de las iras de los más conservadores y foco de roces con el vicepresidente Dick Cheney, y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
Es una sensación de piel la que siente Powell. Quizás muy confiado en que Bush no le pedirá anticipadamente la renuncia para no provocar el levantamiento de voces que le recuerden que otros miembros están agotados en el equipo, deja con muy poco margen de acción al presidente y lo obliga a que se quede a su lado, y no con muy buena simpatía, hasta tanto pasan las elecciones de noviembre.
Crece la grieta entre Bush y Powell, quien avisó públicamente que no asistirá a la Convención Republicana, donde debe proclamarse la fórmula presidencial, George W. Bush Dick Cheney. El secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell tomó un camino de un solo callejón: no asistir a la ceremonia de su partido, para marcar una clara distancia con su actual jefe, es anticipar que se irá del gobierno y que no estará disponible para un segundo mandato de Bush, en caso de ganar en las elecciones del 2 de noviembre.
Es una decisión política que revela la profundidad de la división que tiene con los principales integrantes del equipo de la actual administración. Powell no se siente cómodo y de diferentes maneras lo ha hecho evidente. Sus molestias pasan por muchas variables: desde el inicio del gobierno, no se ha tenido del núcleo duro de Bush. Su visión del rol de Estados Unidos no es la misma de Cheney. Se siente lejano al secretario de la Defensa, Donald Rumsfeld, cuyo acelerador a fondo le quitó piso durante el debate en las Naciones Unidas sobre la Resolución que debió haberle dado legitimidad a la guerra contra Saddam Hussein, por la supuesta posesión de armas de destrucción masiva. Condolezza Rice tampoco es cercana suya. Ella es una fiel intérprete de lo que quiere el presidente.
Powell, quien participó de manera destacada en la convención de 2000, es conocido por su ideología centrista respecto al resto del equipo de Bush por lo que la no asistencia de Powell restará peso a las posiciones más moderadas. Hace cuatro años, Bush utilizó la imagen y las intervenciones de Powell para atraer las simpatías de la comunidad afro-americana y una parte importante de los votantes indecisos. Pero entiende que su tiempo y su hora han llegado al final, y que será muy poco lo que puede hacer para ganar posiciones, en la eventualidad de un segundo mandato para Bush. O también anticipa que ya no es necesario y que es bueno tomar mejor recaudo, desembarcarse, de una manera particular, haciendo notar su ausencia de la Convención, y anunciar que sus días en el cargo están contados.
Powell, un general retirado que fue jefe de la Junta de Estado Mayor, ha sido uno de los miembros del gobierno con más simpatías entre los republicanos moderados, pero al mismo tiempo el centro de las iras de los más conservadores y foco de roces con el vicepresidente Dick Cheney, y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
Es una sensación de piel la que siente Powell. Quizás muy confiado en que Bush no le pedirá anticipadamente la renuncia para no provocar el levantamiento de voces que le recuerden que otros miembros están agotados en el equipo, deja con muy poco margen de acción al presidente y lo obliga a que se quede a su lado, y no con muy buena simpatía, hasta tanto pasan las elecciones de noviembre.
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